Quizás es el momento oportuno para repensar en nuestras libertades, aquellas que a lo largo de nuestras vidas nos han permitido dar forma a nuestra existencia como seres inmersos en una sociedad que ve con creciente fuerza, como los valores y la ética se van perdiendo en el oscuro foso de la indiferencia, el desgano, la irreverencia y el serio trastoque de los roles en la familia.
Es cierto que los valores son y han sido por siempre una preocupación, hoy no es diferente; pero partamos por entender que los valores no es posible imponerlos, estos se ofrecen en un marco de plena y amplia libertad humana, en consecuencia son una opción personal, como uno de los elementos fundamentales en la propia valoración de las personas. Por tanto en la medida que el hombre crece y madura los elige y acoge haciéndolos vida en cada acción que acomete. En este ejercicio de libertad, nuestros estudiantes deben encontrar un remanso en el respeto, por esta capacidad de elegir y todo en un marco de alegría, confianza y espontaneidad, estimulándolo para que en este proceso adquiera la debida seguridad, de vivir adecuadamente en sociedad.
En esta búsqueda, no debemos olvidar aquellos componentes hereditarios de nuestros estudiantes, sus habilidades y aptitudes naturales, su entorno cultural: La Familia, la Escuela, la Sociedad, como fuentes principales para adquirir valores ya que es en estas instituciones donde nuestros niños buscan la forma de adquirirlos y vivenciarlos. En este contexto para nuestros estudiantes cobran vital importancia la FAMILIA y la ESCUELA que deben presentar a nuestros niños y niñas un gran abanico de posibilidades para la búsqueda de aquellos elementos que finalmente los identifica como individuos únicos y valederos constructores de su propia escala de valores.
Por otra parte no debemos dejar de lado las vivencias que se reproducen al interior de los hogares, de las vivencias con sus pares o la educación informal y finalmente lo que recoge de la educación formal es decir en la Escuela.
Como una consecuencia lógica entonces, será la familia, la cuna en que crecerán los más altos valores de nuestros estudiantes, dejando de lado los productos enciclopedistas, para reemplazarlos por los ejemplos más cercanos: los Padres.
La noble institución, escuela, es por excelencia el lugar donde se hacen patentes los valores recogidos del hogar, aquí se vivirán y se afianzarán; es aquí donde cada uno de los componentes de la unidad educativa aporta libremente sus valores. Es preciso establecer que en esta convivencia el más pequeño mira al más grande y de él va filtrando aquellos elementos que moldearán sus vidas futuras, en esta línea se hace imponente la figura del Profesor.
Finalmente una invitación a repensar los roles que deben cumplir cada actor de esta sociedad: Los padres a ser padres y los hijos que cumplan su rol de hijos, que el educador dedique su tiempo a formar no a corregir, que la sociedad fuera de la escuela entregue un generoso aporte en el respeto, el apoyo, con una mirada que construya la vida que cada uno de nosotros queremos para nuestros hijos.
Es cierto que los valores son y han sido por siempre una preocupación, hoy no es diferente; pero partamos por entender que los valores no es posible imponerlos, estos se ofrecen en un marco de plena y amplia libertad humana, en consecuencia son una opción personal, como uno de los elementos fundamentales en la propia valoración de las personas. Por tanto en la medida que el hombre crece y madura los elige y acoge haciéndolos vida en cada acción que acomete. En este ejercicio de libertad, nuestros estudiantes deben encontrar un remanso en el respeto, por esta capacidad de elegir y todo en un marco de alegría, confianza y espontaneidad, estimulándolo para que en este proceso adquiera la debida seguridad, de vivir adecuadamente en sociedad.
En esta búsqueda, no debemos olvidar aquellos componentes hereditarios de nuestros estudiantes, sus habilidades y aptitudes naturales, su entorno cultural: La Familia, la Escuela, la Sociedad, como fuentes principales para adquirir valores ya que es en estas instituciones donde nuestros niños buscan la forma de adquirirlos y vivenciarlos. En este contexto para nuestros estudiantes cobran vital importancia la FAMILIA y la ESCUELA que deben presentar a nuestros niños y niñas un gran abanico de posibilidades para la búsqueda de aquellos elementos que finalmente los identifica como individuos únicos y valederos constructores de su propia escala de valores.
Por otra parte no debemos dejar de lado las vivencias que se reproducen al interior de los hogares, de las vivencias con sus pares o la educación informal y finalmente lo que recoge de la educación formal es decir en la Escuela.
Como una consecuencia lógica entonces, será la familia, la cuna en que crecerán los más altos valores de nuestros estudiantes, dejando de lado los productos enciclopedistas, para reemplazarlos por los ejemplos más cercanos: los Padres.
La noble institución, escuela, es por excelencia el lugar donde se hacen patentes los valores recogidos del hogar, aquí se vivirán y se afianzarán; es aquí donde cada uno de los componentes de la unidad educativa aporta libremente sus valores. Es preciso establecer que en esta convivencia el más pequeño mira al más grande y de él va filtrando aquellos elementos que moldearán sus vidas futuras, en esta línea se hace imponente la figura del Profesor.
Finalmente una invitación a repensar los roles que deben cumplir cada actor de esta sociedad: Los padres a ser padres y los hijos que cumplan su rol de hijos, que el educador dedique su tiempo a formar no a corregir, que la sociedad fuera de la escuela entregue un generoso aporte en el respeto, el apoyo, con una mirada que construya la vida que cada uno de nosotros queremos para nuestros hijos.
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